Navidad – Extracto |

Navidad – Extracto

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Este día significativo, coronado con la historia de la idea de la Verdad — su advenimiento y natividad terrenales — ocupa un lugar muy especial en el corazón de los Científicos Cristianos; para quienes el aparecimiento del Cristo en un sentido más pleno es tan precioso, y colmado de bendiciones divinas para la humanidad.

La estrella que con tanto amor brilló sobre el pesebre de nuestro Señor, imparte su luz resplandeciente en esta hora: la luz de la Verdad, que alegra, guía y bendice al hombre en su esfuerzo por comprender la idea naciente de la perfección divina que alborea sobre la imperfección humana — que calma los temores del hombre, lleva sus cargas, lo llama a la Verdad y al Amor y a la dulce inmunidad que éstos ofrecen contra el pecado, la enfermedad y la muerte.

Esta estrella polar, fija en los cielos de la Ciencia divina, será la señal del advenimiento de aquel que “sana todas tus dolencias”; ha atravesado la noche, yendo con dificultad por la obscuridad y la lobreguez hasta llegar a la gloria. Enfrenta el antagonismo del error, hablando a oídos pesados y creencias rebeldes palabras de Verdad y Vida.

La estrella de Belén es la estrella de todas las épocas, la luz del Amor que bautiza hoy a la religión inmaculada, la Ciencia divina, dándole un nuevo nombre y la piedra blanca en señal de pureza y permanencia.

Los sabios siguen esta estrella guiadora; el pastor vigilante canta su bienvenida junto a la cuna de una gran verdad y exclama: “Un niño nos es nacido”, cuyo nacimiento no es ya tanto un milagro como lo fue hace dieciocho siglos; y “se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

Mi corazón se llena de gozo, porque cada año que pasa registra el constante progreso de la idea de la Verdad en la Ciencia Cristiana; porque cada año que vuelve atestigua que la balanza se ajusta cada vez más del lado de Dios, la supremacía del Espíritu; como lo demuestran los triunfos de la Verdad sobre el error, de la salud sobre la enfermedad, de la Vida sobre la muerte y del Alma sobre los sentidos.

“La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”.

Oh hijos de la luz, marchad,
en vuestro santo batallar,
pues al vencer la tentación
corona eterna ganaréis.