Algunas Notas Sobre La Visión Verdadera
por John L. Morgan
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Se espera que estas notas puedan ser de utilidad para cualquiera que esté interesado en la buena visión. Sin embargo, están dirigidas principalmente al estudiante de la Ciencia Cristiana, que ha aprendido que en todo hay leyes divinas que debe obedecer. La visión espiritual de Mary Baker Eddy fue científica y cristiana. Las enseñanzas de su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, abren los ojos de la comprensión, no sólo en términos de una iluminación espiritual precisa, sino también de una manera práctica y sanadora. El punto de vista desde el cual se escriben estas notas se encuentra en su declaración de la página 561:16-20: “Juan vio la coincidencia de lo humano con lo divino, mostrada en el hombre Jesús, como la divinidad abarcando a la humanidad en la Vida y su demostración; haciendo accesible a la percepción y comprensión humanas la Vida que es Dios”.
Los procesos de crecimiento espiritual y de sanación divina, son esencialmente actividades de la vista. Los términos como iluminación, vistas más elevadas, discernimiento, distinción entre lo falso y lo verdadero, son las analogías más comunes de la comprensión espiritual. La verdadera visión revela que “en el lugar | Donde se les dice: | ‘No son Mi pueblo,’ | Se les dirá: | ‘Son hijos del Dios viviente’” (Oseas 1:10).
Estas notas, que han surgido de la práctica, se ofrecen como una sugerencia para el ejercicio personal del estudiante de la visión cristiana y científica. No es la intención que sean exhaustivas, sino que puedan servir como base para la exploración individual.
LA MENTE es la Mente que todo lo ve, que revela al infinito y trae la luz de la inteligencia. Esta es la luz que ha iluminado a todos los hombres que han venido al mundo.
La Mente me muestra que la visión es luz espiritual, y no órganos materiales. Con esta luz, sé que la visión es la iluminación de la idea, revelando el propósito y el significado de todas las cosas. No obtiene información de las formas materiales, ni del esfuerzo para ver la materia. La Mente revela “lo profundo y lo escondido” que “ojo no vio”. Poseído de esta Mente, sé que puedo ver, porque yo miro desde la causa y no desde el efecto.
Nada está oculto de mi visión, porque, en todo momento, la Mente presenta la idea que necesito para ver. La visión de la Mente siempre está activa y es incansable, y requiere “el ejercicio de las facultades de la Mente”*. Yo ejercito esta visión cuando miro inteligentemente, cuando busco, cuando observo y cuando deseo ver las ideas verdaderas donde los sentidos sólo ven materia. Mi visión está totalmente alerta y atenta, porque es la presencia de la Mente.
La Mente crea mi visión, la posee, la controla y la gobierna, y nunca la deja a merced de la maquinaria de la vista. Lo que erróneamente llamo mis ojos, no son sino un concepto limitado de la visión verdadera; en realidad, son sirvientes de la visión divina, y son obedientes a la Mente que ve todo.
C. y S. 121:17-24 “La rotación diaria de la tierra es invisible al ojo físico, y el sol parece moverse de este a oeste, cuando es la tierra la que se mueve de oeste a este. Hasta que no fue refutado por conceptos más claros de los hechos imperecederos, ese falso testimonio de la vista engañó el juicio e indujo a conclusiones falsas.
284:28-32 “Según la Ciencia Cristiana, los únicos sentidos reales del hombre son espirituales y emanan de la Mente divina. El pensamiento pasa de Dios al hombre, pero ni sensación ni comunicación pasan del cuerpo material a la Mente
263:32-12 “Las perecederas formas de la materia, el cuerpo mortal y la tierra material, son los conceptos transitorios de la mente humana. Tienen su día antes que aparezcan las permanentes realidades y su perfección en el Espíritu. Las mal concebidas creaciones del pensamiento mortal tienen que ceder el lugar finalmente a las gloriosas formas que a veces vemos en la cámara oscura de la Mente divina, cuando el cuadro mental es espiritual y eterno. Los mortales tienen que mirar más allá de las formas finitas y perecederas, si quieren obtener el concepto verdadero de las cosas. ¿Dónde ha de descansar la mirada sino en el reino inescrutable de la Mente? Tenemos que dirigir la mirada en la dirección en que deseamos caminar y debemos actuar como poseedores de todo el poder de Aquel en quien somos.
485:4-5 “La Ciencia declara que la Mente, no la materia, ve, oye, siente y habla” 487:6-12, Hay más cristianismo en ver y oír espiritualmente que materialmente. Hay más Ciencia en el ejercicio perpetuo de las facultades de la Mente que en su pérdida. Éstas no pueden perderse mientras la Mente perdure. La comprensión de eso dio vista a los ciegos y oído a los sordos hace siglos, y repetirá la maravilla
SM. “488:23-24 No les es posible a los sentidos corporales tener conocimiento ni de la realidad espiritual, ni de la inmortalidad.
“572:19-12 Leemos en el Apocalipsis 21:1: —
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. El autor del experiencia humana, llamado muerte, pero ya veía un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿Mediante qué sentido vino esa visión a San Juan? No fue mediante los órganos materiales de la vista, porque los ojos son inadecuados para abarcar escena tan maravillosa. ¿Eran terrenales o celestiales, materiales o espirituales, ese cielo nuevo y esa tierra nueva? No podían ser lo primero, porque el concepto humano del espacio no puede abarcar tal perspectiva.
El autor del Apocalipsis estaba en nuestro plano de existencia, y sin embargo contemplaba lo que el ojo no puede ver — lo que es invisible para el pensamiento no inspirado.
Ese testimonio de las Sagradas Escrituras sostiene el hecho en la Ciencia, que los cielos y la tierra, para cierta consciencia humana, esa consciencia que Dios imparte, son espirituales, mientras que para otra, la mente humana no iluminada, la visión es material. Eso demuestra inequívocamente que lo que la mente humana llama materia y espíritu indica estados y fases de consciencia
”151:20-28 Toda función del hombre real está gobernada por la Mente divina. La mente humana no tiene poder para matar o sanar y no tiene dominio sobre el hombre de Dios. La Mente divina que creó al hombre, mantiene Su propia imagen y semejanza. La mente humana se opone a Dios, y hay que despojarla, como declara San Pablo.
Todo lo que realmente existe es la Mente divina y su idea, y en esa Mente todo el ser se halla armonioso y eterno. El camino recto y estrecho consiste en ver y reconocer ese hecho, ceder a ese poder y seguir las indicaciones de la verdad.
EL ESPÍRITU es la única concepción verdadera del ser, totalmente separada del concepto humano, y siempre corrigiéndolo. El corregir la vista es una función del Espíritu, y por tanto, el tener una visión espiritual clara es natural para mí, distinguiendo todas las cosas como realmente son.
Por medio del Espíritu veo todas las cosas correctas, precisa y espiritualmente. Esto me da discernimiento, de tal forma que diferencio entre una idea y otra; también entre lo verdadero y lo falso. Este firmamento del Espíritu me da comprensión, percepción y perspicacia. Abre los ojos de mi comprensión. Me muestra qué es real y qué es irreal.
La visión clara del Espíritu no me impide ver las fallas y los errores. Por el contrario, los detecto más claramente, pero como irrealidades. Yo discierno que sólo son reales lo bueno y lo verdadero y, así, mi ojo es uno. Yo realmente busco lo real, lo bueno y lo verdadero. En el Espíritu la buena visión es natural, y es irreversible.
Porque el Espíritu por siempre está revelando la realidad, cada día mi visión se hace más clara. Estoy contento de ver desaparecer los viejos conceptos y las falsas opiniones. El Espíritu me trae nuevas perspectivas, la idea nueva y verdadera, y así, en mi visión, da nacimiento al nuevo hombre.
Es el Espíritu el que ve, no la carne, y los sentidos del Espíritu son indestructibles y perfectos. Mi visión siempre es positiva, nunca negativa, porque mi visión es espiritual.
C. y S. 264:13-15 ”A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles.
476:32-4 ”Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos.
502:9-14 “Considerado espiritualmente, el libro del Génesis es la historia de la imagen de Dios no verdadera, llamada pecador mortal. Esa refracción del ser, vista correctamente, sirve para sugerir el reflejo verdadero de Dios y la realidad espiritual del hombre, como se da en el capítulo primero del Génesis.
281:28-30 “Nuestros falsos puntos de vista acerca de la materia desaparecen a medida que comprendemos las realidades del Espíritu.
323:32-6 “bien nos estamos alejando de esa expresión, o la estamos escuchando y elevándonos.
El estar dispuesto a llegar a ser como un niño y dejar lo viejo por lo nuevo, dispone al pensamiento para recibir la idea avanzada. Alegría de abandonar las falsas señales del camino y regocijo al verlas desaparecer es la disposición que ayuda a acelerar la armonía final. La purificación de los sentidos y del yo es prueba de progreso.
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”
505:20-22 “sentido espiritual es el discernimiento del bien espiritual.
582:1-2 CREER. Firmeza y constancia; no una fe vacilante o ciega, sino la percepción de la Verdad espiritual.
”586:3-6 OJOS. Discernimiento espiritual — no material, sino mental. Pensando en la visión externa, Jesús dijo: “¿Teniendo ojos no veis?” (Marcos 8:1
Mt. 6:22 “La Lámpara del cuerpo es el ojo,; asi que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz
EL ALMA es la facultad del sentido espiritual que me da visión interior, o perspicacia. Este sentido intuitivo del Alma es comprensión y visión interiores, y no es físicamente sensorial. Agranda mi percepción del carácter, revelando la identidad y naturaleza verdaderas de todo lo que miro.
Por medio de la perspicacia del Alma, veo a través del disfraz del pecado al hombre inmaculado que hay dentro. No confundo la apariencia con la realidad. Puedo ver la realidad de las ideas, más allá́ de los símbolos. Conforme mi visión se eleva, los símbolos son transformados.
Los sentidos del Alma no funcionan por medio de los órganos corporales, sino por el ejercicio del sentido espiritual; así como la música no se aprecia por los órganos de los sentidos físicos sino por el sentido musical. La comprensión de esto normaliza y vigoriza los, así llamados, órganos de la visión, porque el Alma es donde cambiamos los objetos de los sentidos por Sus ideas en nuestra práctica.
El Alma anula los sentidos. Por lo tanto, yo no miro a nadie con los sentidos, ni confundo la forma exterior con la identidad verdadera. Los velos de los sentidos y del yo, no afectan mi visión en el Alma, sino que percibo claramente lo “que ojo no vio”. En el Alma, mi visión nunca tiene relación con el “yo” egocéntrico, sino que mira desinteresadamente, tal como brilla el sol.
Por medio de la visión de la comprensión espiritual siempre estoy trasladando los objetos de los sentidos a ideas del Alma. Puedo ver con exactitud y enfoque instantáneo lo que necesito ver, porque me identifico con la visión perfecta.
La tierra firme del Alma me da estabilidad, seguridad y confianza en mí mismo. Por tanto, sé quien soy, y estoy sereno, así́ que miro espontáneamente, con firmeza y con tranquilidad. Desde mi tierra firme, mi visión es invariable, permanente, sin conflicto y libre de las trabas de la creencia mortal. Mi vista no es afectada por la ansiedad o el estrés, sino que mora en Dios.
El Alma equilibra lo interior con lo exterior, lo izquierdo con lo derecho. Empezando con el reino interior, puedo ponerme a trabajar para también “hacer de esta tierra el reino de nuestro Padre”. Lo que miro con los sentidos materiales debe hacerse coincidir con el sentido espiritual. La percepción espiritual es mi visión; su práctica es lo que ven mis ojos.
C. y S. 91:16-21 Absortos en el yo material, discernimos y reflejamos sólo tenuemente la sustancia de la Vida o Mente. La negación del yo material ayuda a percibir la individualidad espiritual y eterna del hombre, y destruye el conocimiento erróneo obtenido de la materia o por medio de lo que se denomina los sentidos materiales
“214:5-8, 26-1 Si la percepción de Enoc se hubiera limitado al testimonio de sus sentidos materiales, jamás hubiera podido “caminar con Dios” ni ser guiado a la demostración de la vida eterna”
¡Qué sentido tan efímero es la vista mortal, si pensamos que una herida en la retina puede acabar con el poder de la luz y del cristalino! Pero la vista verdadera o el sentido verdadero no se pierden. Ni la edad ni los accidentes pueden perjudicar a los sentidos del Alma, y no existen otros sentidos que sean verdaderos. Es evidente que el cuerpo, como materia, no tiene sensación que le pertenezca, y no hay olvido para el Alma y sus facultades.
Los sentidos del Espíritu están sin dolor y siempre en paz
263:28-31 La multiplicación de un sentido humano y mortal de personas y cosas no es creación. Un pensamiento sensual, cual átomo de polvo lanzado a la cara de la inmensidad espiritual, es densa ceguedad en lugar de una consciencia científica y eterna de la creación
“315:11-20 Los opuestos y falsos puntos de vista de la gente les ocultaron a su percepción la filiación de Cristo con Dios.
Ellos no podían discernir la existencia espiritual de Cristo. Sus mentes carnales estaban en enemistad con ella. Sus pensamientos estaban repletos de error mortal, y no de la idea espiritual de Dios como fue presentada por Cristo Jesús. Perdemos de vista la semejanza de Dios debido al pecado, que oscurece al sentido espiritual de la Verdad; y percibimos esa semejanza sólo cuando vencemos al pecado y demostramos la herencia del hombre, la libertad de los hijos de Dios” 258:21-24, 31-1 El Principio infinito es reflejado por la idea infinita y la individualidad espiritual, pero los llamados sentidos materiales no conocen ni al Principio ni a su idea. Las capacidades humanas se amplían y perfeccionan a medida que la humanidad obtiene el concepto verdadero del hombre y de Dios
31-1 Por medio del sentido espiritual podéis discernir el corazón de la divinidad y empezar así a comprender en la Ciencia el término genérico hombre
“585:9-11 ELÍAS. Profecía; evidencia espiritual opuesta al sentido material; Ciencia Cristiana, con la cual puede discernirse la realidad espiritual de todo lo que los sentidos materiales ven; la base de la inmortalidad.
“A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas”. (Mateo 17:11
EL PRINCIPIO otorga la vista magnífica e impersonal con la que yo veo, en alguna medida, como Dios ve. Veo a cada uno como la idea perfecta del Principio perfecto. Veo al hombre como lo que tiene un Principio, “lo que”, no “el que” (ver C. y S. 475:5, 19-22). Veo que cada atributo que el hombre tiene, es una cualidad de Dios, y que sin su Principio divino, que siempre está en acción, el hombre no existiría. Veo que ni el humano malo ni el humano bueno es la imagen y semejanza divinas, porque al hombre se le halla en su Principio divino.
Ningún concepto personal me oculta la divinidad del hombre; ninguna ciega obstinación humana me impide que vea lo que el Principio exige de mí. Mis juicios y prejuicios personales no utilizan mi vista, y así se excluye una evaluación separada de la que el Principio me da.
El punto de vista del Principio me muestra que todo está gobernado en justicia, equidad y rectitud perfectas. “Qué es correcto” y no “quien es correcto” es el criterio en mis ojos. Por lo tanto, no busco lo erróneo, y lo que veo como erróneo lo percibo como una mentira impersonal.
Porque sé que el Principio es el único “Yo”, mi vista no está́ falseada por un provecho personal, por la rivalidad o por la inferioridad; yo miro desde “el monte de la visión”*. Me encanta ver las ideas y acciones correctas por lo que son por sí mismas. El funcionamiento de mi vista está gobernado armoniosamente por el Principio divino de la visión, porque la potencia y la eficiencia de todas las ideas, residen en su Principio gobernante.
Salmos 36:9 “Porque contigo está el manantial de la Vida, en Tu luz veremos la luz”
Juan 5:19 “Respondió entonces Jesús y dijo: De cierto, de cierto os digo; No puede el hijo hacer nada por si mismo, sino lo que ve hacer al padre, porque todo lo que el Padre hace lo hace el Hijo igualmente.
Ret. 76:23-26 El que alcanza la cumbre de la ciencia Cristiana, coronada por dios, nunca hace mal uso de la personalidad corpórea, sino que la enaltece. Piensa de cada uno en su calidad real y ve a cada mortal en un aspecto impersonal
C. y S. 330:13-15 Ojo no vio a Dios ni a Su imagen y semejanza. Ni Dios ni el hombre perfecto pueden percibirse con los sentidos materiales
“300:28-32 universo refleja y expresa la sustancia divina o Mente; por lo tanto, Dios es visto sólo en el universo espiritual y en el hombre espiritual, así como el sol es visto en el rayo de luz que emana de él.
“560:22-30 * La persecución de todos los que han dicho algo nuevo y mejor acerca de Dios, no sólo ha oscurecido la luz de los siglos, sino que ha sido funesta para los perseguidores. ¿Por qué? Porque les ha ocultado la verdadera idea que les fue presentada.
No comprender a Pablo era ignorar la idea divina que él enseñaba. Ignorancia respecto a la idea divina indica inmediatamente mayor ignorancia respecto al Principio divino de la idea —ignorancia respecto a la Verdad y el Amor.
561:8-9 debido a su visión más espiritual, San Juan vio a “un ángel que estaba en pie en el sol”.
”304:16-19 La armonía es producida por su Principio, está gobernada por él y mora en él. El Principio divino es la Vida del hombre.
LA VIDA es la ley de las posibilidades ilimitadas. Así́ que, mientras más ejército mi visión — espiritual, mental y físicamente—, se vuelve más clara y más fuerte. “Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Mt. 25:29). No hay leyes de limitación en la visión divina.
Para mí no hay esfuerzo para ver todas las cosas fácilmente, pues el hombre es “la acción espontanea de la energía divina”. Mi vista siempre es fresca, porque es la expresión de la novedad de la Vida.
Sé que mi vista proviene directamente del Padre. No comienza con el nacimiento, ni disminuye con la edad. No tiene edad, no se desvanece, siempre es nueva, autor renovada y perpetuamente restaurada. Me regocijo de que tengo una visión perfecta ahora.
La Vida es el gran Dador, así que mi visión es generosa y agradecida. Mi visión nunca es mezquina ni indiferente a los demás, sino que magnifica la individualidad divina de todos.
En la Vida mi visión es abierta y extrovertida. Está dirigida hacia afuera, así que yo activamente busco a Dios y lo veo en todas partes. En el ahora de la Vida, estoy pronto para ver y apreciar nuevas verdades, nuevos aspectos de Dios y el hombre, y nuevas maneras de aplicar lo que sé. Mi visión nunca ve hacia atrás, sino que está yendo constantemente hacia adelante.
C. y S. 380:32-1 “Toda ley de la materia o del cuerpo, que se supone que gobierna al hombre, es anulada y derogada por la ley de la Vida, Dios
516:4-8 La sustancia, la Vida, la inteligencia, la Verdad y el Amor que constituyen la Deidad son reflejados por Su creación; y cuando subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esa semejanza y reflejo verdaderos en todas partes.
262:14-16 “Esas vistas más claras y elevadas inspiran al hombre de cualidades divinas a alcanzar el centro y la circunferencia absolutos de su ser
264:13-15 “A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles.
507:28-29 “La creación está siempre manifestándose y tiene que seguir manifestándose perpetuamente, debido a la naturaleza de su fuente inagotable
561:16-20 Juan vio la coincidencia de lo humano y lo divino, manifestada en el hombre Jesús, como la divinidad abrazando a la humanidad en la Vida y su demostración —reduciendo a la percepción y comprensión humanas la Vida que es Dios.
LA VERDAD. ¿Cómo estoy viendo? ¿A quién estoy viendo? ¿Qué estoy viendo? En la Verdad, veo sólo la imagen y semejanza de Dios, porque el hombre es una transparencia para la Verdad.
Mi visión procede de mi amor por la Verdad, de mi consciente conocimiento de la idea, y por lo tanto, veo que el hombre es el Hijo de Dios, o Dios expresado. El “hombre” incluye la verdad de todo, así que reconozco que tanto lo grande como lo pequeño tienen importancia divina. Mi enfoque es de rango infinito.
Mi visión, siendo espiritual, siempre tiene relación con la Verdad, y está atenta a lo que es verdadero y divino. No se distrae en la curiosidad ociosa, sino que es constante en todo lo que es realmente valioso.
Veo que sólo hay un hombre, y por lo tanto, reconozco que el bien de este hombre es el bien de todos los hombres. Estoy pronto a ver la necesidad de mi hermano y de satisfacerla, mental y espiritualmente, para que mi visión del hombre sea completa y saludable. Veo al hombre que no ha caído, recto, semejante a Dios. Me encanta practicar el ver la verdad, porque la visión verdadera bendice tanto al que ve como al que es visto. No juzgo ni critico a ningún hombre, sino que dejo que la Verdad se encargue del error a la manera de Dios.
En la Verdad, mi humanidad abarca tanto al hombre como a la mujer, en un equilibrio perfecto. Mi visión masculina se manifiesta en buena visión de lejos, viendo, clara y continuamente, la verdad abstracta e impersonal. Mi visión femenina se manifiesta como buena visión de cerca, porque puedo poner en claro las verdades más amplias, y verlas en detalle, como aplicándose a mí de manera práctica y consoladora. Mi masculinidad ve con el intelecto y mi feminidad con el sentimiento. Estos dos puntos de vista (“ojos”) se combinan en uno, porque la percepción y la comprensión están unidas en mí.
(En los evangelios, cada caso de curación de un ciego está acompañado por una referencia a “Hijo de David”. David tipificaba la unión de la masculinidad y la feminidad, la visión externa y la concepción interna. Esta actividad espiritual de la unión de lo humano y lo divino es la llave de David, que abre nuestra visión). En la Verdad, soy hijo, o derivado. Por lo tanto, es mi herencia disfrutar la visión de Dios; ninguna herencia mortal me la dio ni puede privarme de ella, nunca.
Gén. 32:30 “Y Llamo Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara , y fue librada mi Alma”
Gén. 33:10 “Y Dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues con tanto favor me has recibido”
C. y S. 295:16-24 La manifestación de Dios a través de los mortales es como el paso de la luz por el cristal de la ventana. La luz y el cristal nunca se mezclan, pero, como materia, el cristal es menos opaco que las paredes. La mente mortal a través de la cual aparece más claramente la Verdad es aquella que ha perdido mucha materialidad — mucho error— para ofrecer mayor transparencia a la Verdad.
Mt. 7:1-5 “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”
C. y S. 518:15-19 Los ricos en espíritu ayudan a los pobres en una gran hermandad, teniendo todos el mismo Principio, o Padre; y bendito es ese hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, procurando su propio bien beneficiando a otro. El Amor da a la idea espiritual más pequeña poder, inmortalidad y bondad, que brillan a través de todo, como la flor brilla a través del capullo ” 593:4-5 PROFETA. Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante la consciencia de las realidades de la Verdad espiritual
EL AMOR me mira como su amado. La Madre divina, el Amor, me concibe como completo y perfecto. Reflejo esta concepción divina y la acepto, y así concibo y miro a todos en el Amor.
“La luz del Amor omnipresente ilumina el universo.”* Veo que todas las ideas están tranquilas —nunca frustradas o contrariadas, nunca tensas — y así mi visión “descansa en actividad”, y está tranquila y satisfecha. El punto de vista del Amor confiere imparcialidad, perdón y fidelidad. Como dijo Shakespeare:
“…El amor no es amor
Si se altera cuando encuentra alteración,
O cede ante el que remueve por remover:
¡OH, no! Es una marca indeleble por siempre, que mira tempestades, y nunca es sacudido,…”
Veo con el ojo de la inocencia espiritual y no miro el mal, porque estamos ante la presencia divina. Yo miro al hombre en el Amor, y borro todo concepto de imperfección, todo temor y antipatía. Veo con el ojo de la benevolencia del Amor, y miro en el hombre todos los aspectos y cualidades de Dios. En esta visión reconozco plenamente la naturaleza divina. Así que veo con el ojo de la gratitud, porque la gloria divina llena todo el espacio. Con una visión agradecida, como una madre, cuido mi universo entero y expreso la belleza de la santidad.
“Vi el amor de Dios rodeando al universo y al hombre, llenando todo el espacio, y ese Amor divino permeó de tal manera mi propia conciencia que amé todo lo que vi con una compasión semejante a la del Cristo. Esta toma de conciencia del Amor divino puso de manifiesto la belleza de la santidad, la perfección del ser, que sanó, regeneró y salvó a todos los que se volvieron a mí pidiendo ayuda.”
(Atribuido a la Sra. Eddy. De “General Collectanea” publicado por Gilbert C. Carpenter, Jr., C.S.B.)
C. y S. 248:3-4 “El Amor jamás pierde de vista a la hermosura. Su aureola se posa sobre su objeto
260:7-12 Las concepciones del pensamiento mortal y errado tienen que someterse al ideal de todo lo que es perfecto y eterno. A través de muchas generaciones las creencias humanas irán obteniendo concepciones más divinas, y se reconocerá finalmente que el modelo perfecto e inmortal de la creación de Dios es la única concepción verdadera del ser
* “503:14-15 Dios es Todo-en-todo”, y la luz del Amor siempre presente ilumina al universo.
“519:25 Dios descansa en actividad. El dar no ha empobrecido, ni puede jamás empobrecer, a la Mente divina.
A la actividad de esa Mente no le sigue ningún agotamiento, según la aprehensión de la Ciencia divina. El descanso más elevado y dulce, aun desde un punto de vista humano, se encuentra en la labor sagrada.
“577:19-27 Esa ciudad de nuestro Dios no necesita ni sol ni satélite, porque el Amor es su luz y la Mente divina es en sí misma su propio intérprete. Todos los que se salvan tienen que andar en esa luz. Poderosos potentados y dinastías entregarán sus honores en la ciudad celestial. Sus puertas se abren hacia la luz y la gloria tanto adentro como afuera, porque todo es bueno, y en esa ciudad no puede entrar “ninguna cosa inmunda, o que hace… mentira
LAS CUATRO ACTITUDES
Los siete sinónimos proporcionan las verdades respecto a la visión, pero aún más importantes son las cuatro actitudes con las que practicamos esta visión.
Los cuatro puntos de vista desde los cuales vemos son:
LA PALABRA
es la revelación de la Verdad, y esto impulsa mi deseo de ver y conocer la Verdad.
EL CRISTO
es y proporciona la conciencia de la Verdad, y esto es por lo que encuentro y adopto el punto de vista de la Verdad.
EL CRISTIANISMO
Demuestra la Verdad en cualquier ámbito, y así, naturalmente percibo la supremacía de la Verdad.
LA CIENCIA
Interpreta la Verdad como Dios, y así se ve que el hombre es lo divino en acción
Estas cuatro actitudes —mi búsqueda, mi encuentro, mi demostración y mi ser— se realizan por el poder del “Espíritu de verdad” (Juan 16:13) o Ciencia divina. Por lo tanto, yo veo y sé que es el Espíritu el que ve, y que se manifiesta en mí, continua y eternamente
Gén. 13:14: “Y el Señor dijo a Abram… ‘Alza ahora los ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el norte, el sur, el oriente y el occidente’”. Dondequiera que mi conciencia pueda estar, puedo mirar desde allí hacia los cuatro puntos de vista de la brújula o el cálculo divino. La visión verdadera es cálculo espiritual, y el ver y razonar espiritualmente, normaliza y armoniza la visión.
Lo que se Dice en El Sermón Del Monte Respecto a la Vista:
Un comentario revelador de la relación entre el cálculo divino y la visión >v erdadera se encuentra en el Sermón del Monte. Allí, cada sección que tiene el tono del Espíritu o de la Verdad (con una excepción) hace alusión a la vista, a los ojos o al mirar. Además, todas las alusiones directas a la visión se encuentran en estas secciones y en ningún otro lugar. En otras palabras, el cálculo espiritual es el claro discernimiento espiritual de las verdades del ser, en la verdad y en la creencia, y que resulta en visión verdadera
LA PALABRA revela mi camino en la vida, me muestra la manera en que debo andar y hace claro cada paso. Por lo tanto, me muevo hacia adelante en la luz, confiado y seguro; no puedo estar confundido, con incertidumbre o ansioso, porque: “Él conoce el camino que toma, | Y caminaré con Él” (CSH. Himno 148).
La Palabra de revelación muestra que el hombre es de mentalidad espiritual y no de mentalidad material. Por lo tanto, naturalmente disfruto la perspicacia divina, aprendiendo de las ideas y no de la materia. Así, mi visión está en una escala siempre ascendente, desde lo literal a lo inspirador.
En la Palabra, mi visión es el deseo de ver y conocer la Verdad. “Abre mis ojos, para que vea | Las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18).
EL CRISTO es el ideal de Dios, y descubre para la vista humana al hombre como la imagen divina. La visión del Cristo transforma nuestro concepto humano del hombre, de tal forma que vemos que el hombre es una transparencia para la Verdad, tal como Jesús sirvió́ como un cristal para Dios. “‘Señor, muéstranos al Padre y nos basta,’ Le dijo Felipe. Jesús le dijo: ‘¿Tanto tiempo he estado con ustedes, y todavía no Me conoces, Felipe? El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí? Las palabras que Yo les digo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en Mí es el que hace las obras’” (Juan 14:8- 10). Miramos a través de cristales coloreados por el Cristo.
Pero esta luz del Cristo no es abstracta y estática: es dinámica y práctica, porque la Verdad inevitablemente tiene un efecto en nuestros conceptos erróneos. Por lo tanto, la vista del Cristo no es sólo mis ojos: también es mi médico y mi sanador, reconstruyendo, restaurando y renovando.
Está visión del Cristo traslada lo infinito a lo infinitesimal, de tal forma que yo veo a la divinidad manifestada en los más pequeños detalles de la vida. Todo está iluminado y es transformado por el espíritu de la Verdad.
EL CRISTIANISMO es el punto de vista del Cristo en la práctica, el ejercicio de las facultades de la Mente (ver C. y S. 487:6-9). Hay más cristianismo en ver y oír espiritualmente que materialmente. Hay más Ciencia en el ejercicio perpetuo de las facultades de la Mente que en su pérdida. (Lo que he visto con el ojo interior, ahora lo veo exteriorizado: “He sabido de Ti sólo de oídas, Pero ahora mis ojos Te ven” (Job 42:5)
En el cristianismo, me encanta ejercitar todos los aspectos de la visión verdadera; sin embargo, también discierno que soy, en realidad, el ejercicio de los mismos. Estas facultades y cualidades se manifiestan a través de mí y como yo, y a través de todos y como todos, porque mi visión no es sino el reflejo de la Verdad.
En el cristianismo, la vista es relacionar lo interno con lo externo. Por lo tanto, no soy ensimismado ni estoy inmerso en mis propios asuntos, sino que soy profundamente consciente de la interrelación de todas las ideas en el único plan, y las miro con interés, admiración y gratitud (ver C. y S. 516:4-8). Cuando Subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esa semejanza y reflejo verdaderos en todas partes )
El cristianismo incluye la demostración de la verdad y la refutación de la mentira. A dondequiera que miro, estoy consciente de que el Amor divino está en operación para sanar, regenerar y salvar. Así que, nunca me desanima lo que veo, porque cada vez estoy más consciente de la supremacía de la Verdad.
LA CIENCIA es la Ciencia del Ser, y la actitud de la Ciencia es vivir de acuerdo a esta plataforma de perfección. Mi visión mora en las verdades inalterables de la bondad celestial.
“Muy limpios son los ojos de Dios para mirar el mal, y no puede contemplar la opresión (Ver Habacuc 1:13).”
“Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera” (Gén. 1:31). “En esta Ciencia descubrimos al hombre a imagen y semejanza de Dios. Vemos que el hombre nunca ha perdido su estado espiritual y su eterna armonía” (C. y S. 548:5-8).
Desde el punto de vista de la Ciencia, exclamamos: “¡Veo!” Mi pensamiento y mi visión coinciden con los del Principio. Miro lo que es, o más bien, lo veo. “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto…” (Ver C. y S. 476:28-8). (Refiriéndose a los hijos de Dios, no a los hijos de los hombres, Jesús dijo: “El reino de Dios está entre vosotros”; esto es, la Verdad y el Amor reinan en el hombre verdadero, mostrando que el hombre a imagen de Dios no ha caído y es eterno. Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales.
En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos. Así Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto, que es universal y que el hombre es puro y santo El hombre no es una morada material para el Alma; es espiritual él mismo. )
La Ciencia es interpretación, y proporciona la explicación de todas las cosas. Todo está claro y explicado, y no hay problema de ser. Por lo tanto, en mi vista no hay tensión, ni intensidad, ni esfuerzo para discernir las conclusiones espirituales más allá de donde está mi ser. Es la Ciencia divina la que me revela y me interpreta todo lo que necesito ver y comprender. Mi visión, verdaderamente descubre las cosas profundas de Dios, pero esto no es un esfuerzo intelectual, es el sentido espiritual natural. (Ver C. y S. 258:31-1). Por tanto, mi vista, aunque siempre está buscando, siempre está en paz.
“sino como está escrito:
‘Cosas Que Ojo No Vio, Ni Oido Oyo,
Ni Han Entrado Al Corazon Del Hombre,
Son Las Cosas Que Dios Ha Preparado Para Los Que Lo Aman.’
Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.” (1 Cor. 2:9-11).